lunes, julio 28, 2008

La ciudad resuelve sus ecuaciones en pareja

A veces pienso que todo es un desdén de casualidades, de propositos sin cumplir, de despropositos, de miradas perdidas.

Yo solo estaba sentada en un banco cualquiera esperando un amor cualquiera guiada por dudas permanentes en mi vida. Esperaba que como el viento me rozaba, la respuesta a todaslas preguntas tambien aparecería sin más. Esperaba que todo sucediese poco apoco y que supiese reaccionar. Y seguía sentada acompañada de besos adolescentes y cortas historias ya viejas. El aire brotaba entre mis cabellos morenos y se paseaba entre las gotas de agua de este estanque. Esperaba y esperaba perdida entre mis pensamientos y las colillas de cigarrillos ya quemados. Los sueños surgen de miradas distantes, las calles hablan... me insinuan secretos ocultos, yo guardo uno, uno frío como el hielo, perturbador... aún no conozco su respuesta, su final, su verdad... está perdida.

Pienso, observo como todos viven, un chico pasea a su sediento perro, otro se resguarda del sol bajo un balcón, y yo sigo sentada junto al mismo estanque con mi viejo vestido inspirado en la época aquarius. La antigua Valencia puede susurrarme historias inquietantes; amores, desamores, pasiones, revoluciones, risas, lágrimas, inquietudes, esperanzas. Puede reír o llorar, puede gritar, puede sorprenderme pero no (puede) responder a mi secreto.

La ciudad resuelve sus ecuaciones en parejas, los solitarios esperamos que nos llegue un compañero. Pero... ¿quién es? Imagino que sólo unos pocos lo descubren, yo encontre algunos durante años y otros sólo minutos. ¿Por qué estoy aquí? Sé que no, pero intento decirme a mi misma que sí, mi secreto es más íntimo y la respuesta se esconde en el viento, en cada gota, en los pasos de ella.

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