sábado, julio 31, 2010

El dolor que produce la familia

Hoy he muerto, a veces la realidad se golpea de sopetón con nosotros mismos, y todo eso ocurre en cinco segundos, lo que tarda un coche en pasar un banco rodeado de gente. Cinco segundos que nos rompen en pequeños pedazos de sufrimiento. Tres personas nos pueden hacer tanto daño que solo tenemos ganas de llorar y olvidar que somos, quienes somos y que nos unen a ellas. En cinco segundos mi mundo se ha roto, y ha muerto. Mi mundo ha muerto por dentro y mi alma ha desaparecido.
¿Quién inventó la familia? ¿Por qué tu propia familia puede herirte tan profundamente? No quisiera quererlos, pero los quiero, no quisiera añorarlos, pero los añoro y no quisiera pensar en ellos cuando me hieren pero lo hago. Dicen que para solucionar los problemas tienes que pedir perdón, hablar, pero... ¿cómo hablar con alguien que aún concibe que si haces un favor tienes que cobrarlo después (y eso siendo primos)? A veces me gustaría que me tomaran en serio, me gustaría ir y decir cinco verdaderas, y que los problemas se arreglasen pero siendo la pequeña de los primos, nadie me toma enserio. Mi prima me diría, ¿qué sabes tu de los problemas? Y yo la diría, sé bastante de tener problemas, prueba a dejar que tu novio se vaya cinco meses a Africa, prueba a irte tu un año fuera y vivir de la nada, prueba a trasladarte de ciudad a los quince años y acabar en un colegio nuevo a mitad de curso, prueba a estudiar una carrera tú que has abandonado tres o cuatro licenciaturas. Prueba a vivir mi vida, a ver si es fácil. Pero no, en cambio, nadie me toma enserio, quizá porque aún no haya cumplido los veinticinco, quizá porque aún no me haya alejado de mis padres, quizá porque aún no me mantenga a mi misma, quizá porque aún no haya formado mi propia familia. Quizá porque no quiera tomarme enserio. Pero esos quizás tienen que morir, porque dentro de poco cumpliré veinticinco, porque en dos semanas me dan las llaves de mi nueva casa, porque en cuarenta días mi novio y yo formaremos nuestra propia familia y nos alejaremos de los quebraderos de cabeza que nos dan nuestras respectivas familias. Porque nosotros si que nos tomamos enserio, porque nosotros si nos comprendemos, porque nosotros si que nos apoyamos, porque nosotros somos incondicionales.
¿Por qué no tomarme en serio siendo una persona incondicional? Me hacen daño, lloro un par de días y me vuelvo a levantar poniendo la otra mejilla para que me vuelven a hacer daño. ¿por qué no tomarme en serio?

El mayor problema reside en que hay viajes sin retorno, no creo que esto lo lea nadie de mi familia, ya sabemos que no me toman en serio y menos leen lo que escribo, pero si por un problema del destino lo hicieran, me gustaría decirles una cosa:

¨ Hay viajes sin retorno, si nos hacen daño muchas veces seguidas, nos cansamos de luchar y nos separamos y si eso ocurre, olvidamos quien nos rodeaba, así que, no hagáis nada que conlleve circunstancias irreversibles ¨. ¡Ah! ¡¡¡Y TOMADME EN SERIO!!

miércoles, julio 28, 2010

¿Ves lo que es o lo que quieres ver?

Parece que con la abolición de las corridas de toros en Cataluña las dos caras de la misma moneda están calientes calientes. Yo me declaro a favor de las corrida de toros, y no voy a hacer más que una mínima reflexión sobre el tema. Además quiero llamar la atención con comparaciones un tanto ofensivas, a mi parecer, sobre mi postura y mi sentir.

Lo primero, siempre he pensando que viviendo en una democracia, y por tanto, no en una dictadura podría opinar sin necesidad de esconderme tras un nick innecesario. Por tanto, ¿por qué comparan las corridas con el exterminio a los judíos por los alemanes? Porque la verdad es que yo no creo que sea un genocidio, por dos razones, la cría de toro bravo es un producto y como todo producto, cuando deje de haber una demanda, el producto morirá. Si no hay corridas, no hay toro bravo, y si tanto defendemos los animales.... ¿pesará sobre vuestras cabezas ese genocidio? (Y sí, digo muy bien genocidio, humanizando al animal). Porque sobre mi hombro, no caerá esa carga.
Segundo, el mundo del toro, es una parte de la cultura española, entiendo que con la globalización todos debamos de pensar igual y ser una misma persona (aunque pase por dejar de ser) pero, ¿de verdad nos queremos cargar una manera de vivir? ¿de verdad queremos cargarnos una parte de la cultura hispana?
Tercero, si nos movemos por estos argumentos, ¿por qué comemos carne? ¿por qué comemos pescado? Estamos matado seres vivos, crían a millones de terneros para acabar en nuestro plato, ¿alguno de vosotros ha ido a un matadero? Seguramente la contestación sea no, pues os lo puedo decir, da mucho asco, la muerte es trágica y lamentable. ¿Quién está ahí para proteger los derechos de esos animales? ¿Tú? No lo creo, porque si lo estuvieras no tendrías dentro de tu nevera tres filetes.

Mi último reclamo es, ¿qué nos ha pasado? Yo no juzgo, aprecio las opiniones de los que me leen o los que no me leen, aprecio las opiniones de quien me escucha, aprecio las opiniones de quien quiere escucharme, pero... ¿por qué atacar sin sentido alguno? Aprecio tu ataque porque eso significa que has perdido un minuto de tu vida a mirar lo que hay al otro lado del ordenador.

PALABRA CLAVE: DEMOCRACIA - LIBERTAD.

domingo, julio 25, 2010

Me gustaría que los niños vinieran de París, que una cigüeña los trajera en una tela blanca colgada de su pico. ¿Quién no lo querría? ¿Hemos perdido la magia? ¿Hemos perdido el misterio? La sociedad del siglo XXI ha filtrado la ilusión, la magia y la esperanza y la ha teñido de realidad. Ahora no hay idealistas, no hay optimistas, prima el realismo por encima de lo que todos podamos pensar. He decidido plantarle cara al realismo, y dormir abrazada a un osito blanco que cuando me mira me transporta al mismo de los cuentos, de la ilusión y de la magia. He decidido dejar que mi mente sueñe, que mi mente me transporte a lugares donde mis pies no pueden llevarme, que mi mente me enseñe a soñar con realidades color de rosa, con un mundo en el que no existan coches, ni ordenadores, ni móviles, que los trajes sean largos y de gasa rosa, que mis manos se muevan tan rápido y mis pies solo sepan bailar, que las casas no sean de hormigón y ladrillo sino de piedra y madera, que sean bajitas y no enormes edificios relucientes. He decidido soñar, soñar con princesas y príncipes y nubes que hablen y ositos blancos de peluches que sientan amor, alegría, que sean cariñosos y que nos abracen con la misma pasión con la que yo abrazo al mío cada noche.
La verdadera pena del mundo es que los niños ya no saben soñar, recuerdo mi infancia perdida entre cuentos y dibujos que me transportaban a otros mundos, recuerdo que las pareces de mi cuarto escondían historias maravillosas y que mirar al cielo era como mirar una película. Recuerdo que la mayor parte de mi infancia la he pasado soñando despierta, soñando y soñando, recuerdo que la mayor parte de mi adolescencia la he vivido soñando y soñando, recuerdo que los años que llevo vividos los he pasado soñando y soñando y proclamo que me encantaría poder soñar años y años más despierta. Pero... ¿y la infancia de hoy en día? Yo no tengo hijos, pero tengo sobrinas, es mi pequeña incursión en la realidad del mundo infantil, mis sobrinas, esas niñas tan maravillosas no saben soñar, no saben mirar a un punto e imaginar mil y una historias sobre piedras que hablen o vasos que escupen zumo por la pajita, no saben porque no han pasado un solo minuto de su vida sin hacer nada, ordenadores, teles, móviles,y demás aparatos les han inutilizado la mente y no han soñado en nada. Hace un par de semanas, recuerdo que en medio de una pequeña bronca, una de ellas grito (sí, sí, grito, como manera de hacerse escuchar): me aburro, vamos a casa. A lo que yo respondí, sueña, piensa, imagina. Y ella dijo, no sé, pero podrías dejarme el móvil para jugar. Y yo me pregunto, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Qué hemos hecho mal? Un niño es niño cuando tiene la capacidad de soñar, de crear, de vivir, de jugar, de divertirse sin necesitar nada más que a sí mismo. ¿Qué estamos haciendo mal?