lunes, julio 18, 2011

Me gusta....

Me gustan los días fríos de verano, la música alta y las buenas canciones. No tener que pensar, seguir la melodía con la voz. Me gusta cuando mi perro se posa encima de mi cama, me gusta estar en mi casa, el silencio de la mañana, el ruido de la noche, las verdades que se esconden en las miradas, las mentiras que se dicen cuando somos cobardes para hablar. Me gusta el mundo real, me gusta la locura de los jóvenes y la madurez de los adultos, me gusta sentirme perdida en mi propia ciudad y segura en la ciudad de acogida, me gustan los recuerdos borrosos de la niñez y las amistades fieles de la adolescencia. Me gusta el sonido del bajo, me gusta una voz grave y la música en inglés. Me gusta leer libros en el idioma natural del escritor, me gusta pasear por la arena y por la hierba, me gusta seguir las tradiciones, me gusta esa verborrea que aparece sin saber como y se va cuando sientes que has hecho el ridículo, me gusta vivir situaciones embarazosas para poder reírme de mi más tarde. Me gusta soñar que llevo otra vida siendo la misma persona, me gusta estar sola y estar acompañada, me gusta ir a museos, me gusta la fotografía y pensar que haría yo si estuviera en esa imagen. Me gusta la poesía de Whitman y Safo, me gustan las amapolas, me gusta sentirme independiente y libre, me gusta hacer hipótesis y las series policíacas, me gusta que no siempre se cace al malo, me gusta viajar sola para conocer gente nueva, me gusta recorrer las calles estrechas en verano y las anchas en invierno porque el aire es más puro y más sereno, me gusta mojarme, me gusta salir sin paraguas en los días de lluvia y chapotear en las charcas como cuando era pequeña. Me gusta la nieve, sentarme sobre ella y sentir como mi cuerpo se estremece. Me gusta el primer acercamiento, la primera caricia porque siempre es lo que recordamos al final de cada etapa. Me gusta que otros lleven la iniciativa cuando hablamos de sexo porque es el único momento en el que mis defensas están bajadas. Me gusta sentirme vulnerable y llorar sin sentido en los lugares más insospechados. Me gusta cometer locuras, me gusta el tequila y la absenta porque me hacen cometer auténticas locuras. Me gustan las hadas y las historias de magia, me gusta la vestimenta del pasado porque las faldas eran largas y no tenía que depilarte cada semana. Me gusta tener la ventana del balcón abierta aunque no entre aire fresco porque me siento expuesta a la realidad de sentir. Me gusta sentir toda clase de sentimientos y gritar cuando me ahogo y llorar cuando no consigo lo que quiero. No me gustan los barrotes del balcón porque me devuelven a mi cárcel de cristal.

sábado, julio 16, 2011

Sinopsis y pensamientos derivados de un buen artículo.

Acabo de leer una columna reveladora y con más razón que un santo. Normalmente todos los sábados me paro a disfrutar del artículo de Bárbara Alpuente pero por el motivo que sea me ha llamado poderosamente la atención su compañero de hoja el señor Pedro Simón. Recomiendo que lean ''Ética de la silicona''. No se tarda más de dos minutos y es para llevarse las manos a la cabeza, la sociedad está perdida si las madres regalan lo que regalan y los hijos cada vez piden más barbaridades a horas más tempranas. Hay grandes mentiras como 'vivir en estos tiempos es desfilar por una pasarela de mentira'. Por suerte o por desgracia todos en algún momento de nuestra vida asistimos a actos sociales de cualquier tiempo y todos mentimos descaradamente con cada sonrisa, palabra vana o sonido espeluznante que se escapa sin poder reconocerlo. ¿Por qué lo hacemos? Si dijera que es por no fallar las expectativas del que escucha estaría mintiendo, creo que desde pequeños estamos enfocados en hacer ''feliz''(y tomemos está acepción como una metáfora y no como es realmente) al que está enfrente sea de la manera que sea. Solo queremos sobrevivir y en el fondo ser uno más de la masa, aunque nos pensemos diferente e independiente a ella. Voto por hacer lo que el señor Simón propone en la revista Yo Dona: ''Quítese la máscara. Desenrósquese la sonrisa que se colgó esta mañana. Ya puede dejar de meter tripa. Confronte sus arrugas de dentro. Desenfunde las canas. Sea honesto con sus miedos. Mírese despacio.''
Ahora propongo, hoy es sábado, mañana domingo, aprovechemos el tiempo para ejercitar la verdad sobre nosotros. A los que tenemos que asistir a una mentira nueva hoy o mañana, probemos a ser nosotros mismos como ejercicio del día. Seguramente nos sintamos incómodos al principio pero puede que después lo veamos todo al revés.

domingo, julio 03, 2011

Me rindo a la vida, no quiero seguir.

No puedo decir adiós, no está en mi ADN, no sé, no puedo, ni quiero. Decir adiós supone mucho más que pronunciar cinco letras de nada, supone olvidar, supone no recordar o hacerlo con tanta añoranza que quieres morir, si digo esas letras tendré que arrancarme el corazón, olvidar todo este tiempo, abandonar nuestro hogar y llorar sola el resto de mi vida. Solo quiero no tener que decirlo, porque solo quiero creerme la mentira que nos decimos todas cuando decidimos dar el paso de irnos a vivir con la otra persona. Solo quiero creerme que es el hombre de mi vida y que esto es solo una pesadilla, que todo ha sido un profundo error y que no tengo que irme. Ahora mismo me metería en nuestra cama entre sus brazos deseando olvidar que tarde o temprano llegará ese día en el que empaquete mis cosas y ponga rumbo a casa de mis padres con la carga de un perro en común que decidimos adoptar cuando pensamos que esto duraría para siempre. Cuando nuestras palabras se llenaban de planes, de guías a largo plazo para celebrar cumpleaños, aniversarios o días normales y corrientes en los que recordábamos que estábamos juntos y nos habíamos conocido. Pero esos días ya serán un recuerdo del pasado. No quiero volver a enamorarme, quiero rendirme y quedarme en este punto o saltar por la ventana esperando que el tiempo no pase, que no haya un mañana y que volvamos a ser felices. Quiero parar el tiempo aquí, quiero pararlo para no tener que afrontar nada. No puedo retirarme sin más, no puedo borrar de mi corazón nuestro amor y saber que era él en un momento malo. Saber que él era ese hombre destinado a hacerme feliz, pero que por el destino no pudo hacerlo... Quiero rendirme, quedarme aquí y dejar que me pisoteen hasta que no me quede nada. Ya no tengo nada por lo que caminar, no tengo nada por lo que seguir ni por lo que levantarme cada día. Solo el recuerdo de un compromiso roto y un perro de ojos tristes.

Me voy a quedar aquí, sin más, sin fuerzas, sin ganas de continuar.