domingo, julio 25, 2010

Me gustaría que los niños vinieran de París, que una cigüeña los trajera en una tela blanca colgada de su pico. ¿Quién no lo querría? ¿Hemos perdido la magia? ¿Hemos perdido el misterio? La sociedad del siglo XXI ha filtrado la ilusión, la magia y la esperanza y la ha teñido de realidad. Ahora no hay idealistas, no hay optimistas, prima el realismo por encima de lo que todos podamos pensar. He decidido plantarle cara al realismo, y dormir abrazada a un osito blanco que cuando me mira me transporta al mismo de los cuentos, de la ilusión y de la magia. He decidido dejar que mi mente sueñe, que mi mente me transporte a lugares donde mis pies no pueden llevarme, que mi mente me enseñe a soñar con realidades color de rosa, con un mundo en el que no existan coches, ni ordenadores, ni móviles, que los trajes sean largos y de gasa rosa, que mis manos se muevan tan rápido y mis pies solo sepan bailar, que las casas no sean de hormigón y ladrillo sino de piedra y madera, que sean bajitas y no enormes edificios relucientes. He decidido soñar, soñar con princesas y príncipes y nubes que hablen y ositos blancos de peluches que sientan amor, alegría, que sean cariñosos y que nos abracen con la misma pasión con la que yo abrazo al mío cada noche.
La verdadera pena del mundo es que los niños ya no saben soñar, recuerdo mi infancia perdida entre cuentos y dibujos que me transportaban a otros mundos, recuerdo que las pareces de mi cuarto escondían historias maravillosas y que mirar al cielo era como mirar una película. Recuerdo que la mayor parte de mi infancia la he pasado soñando despierta, soñando y soñando, recuerdo que la mayor parte de mi adolescencia la he vivido soñando y soñando, recuerdo que los años que llevo vividos los he pasado soñando y soñando y proclamo que me encantaría poder soñar años y años más despierta. Pero... ¿y la infancia de hoy en día? Yo no tengo hijos, pero tengo sobrinas, es mi pequeña incursión en la realidad del mundo infantil, mis sobrinas, esas niñas tan maravillosas no saben soñar, no saben mirar a un punto e imaginar mil y una historias sobre piedras que hablen o vasos que escupen zumo por la pajita, no saben porque no han pasado un solo minuto de su vida sin hacer nada, ordenadores, teles, móviles,y demás aparatos les han inutilizado la mente y no han soñado en nada. Hace un par de semanas, recuerdo que en medio de una pequeña bronca, una de ellas grito (sí, sí, grito, como manera de hacerse escuchar): me aburro, vamos a casa. A lo que yo respondí, sueña, piensa, imagina. Y ella dijo, no sé, pero podrías dejarme el móvil para jugar. Y yo me pregunto, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Qué hemos hecho mal? Un niño es niño cuando tiene la capacidad de soñar, de crear, de vivir, de jugar, de divertirse sin necesitar nada más que a sí mismo. ¿Qué estamos haciendo mal?

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