viernes, julio 10, 2009

Confidentes

He vuelto a mi juventud, cuando oía música a escondidas en mi cuarto cada noche y me protegía tras los versos de Kavafis o Neruda, cuando encontraba el sentimiento en las rimas de Cernuda o disfrutaba con las pausas perdidas de Lorca. He vuelto a ese momento entre desaciertos y equivocaciones que siempre nos guiarán a tiempos pasados y horas olvidadas del recuerdo y la imaginación. Cuando Walt Whitman me susurraba esperanzas para un mundo destruído. Cuando entre el viento y la lluvía podía entender la poesía de Manuel Llano como propia. Cuando decidía pasear por la Roma de Ovidio. Pero pocas horas después soñaba con la elegante y discreta sensación que me producía Emily Dickinson.

Sueños de otro momento, alegrías de otras horas, pensamientos al aire que no dicen nada, susurros apagados que gritan la verdad de la vida. Con ellos volé más alto y más lejos que con mi pobre imaginación. Con ellos alcance la inmortalidad en cada pausa, con ellos derramé lágrimas al terminar un poema, ellos despertaron en mí la gracia de las palabras, el sentimiento del escritor que vive entre el goteo de palabras, entre la belleza del cielo como un largo manto de todo y de nada. Ellos y sólo ellos, son los causantes de este incomprensible mal; ellos y sólo ellos, son los responsables de este confuso texto; ellos y sólo ellos, pueden trasportarte a rincones mágicos, a escenas perfectas, a vidas pasadas ...., lejanas. Ellos y sólo ellos, te abren un nuevo mundo para que vagues como fantasma entre las palabras. Ellas, esas confidentes de la mente del escritor;

ellas, perfectas;
ellas,

siempre las amaré.

No hay comentarios: