miércoles, febrero 18, 2009

LITTLE POPPIE GIRL

 A veces el destino se muestra ante nosotros como un fantasma sin corazón, a veces queremos desaparecer de un mundo que nos ha perdido como las carreteras se pierden entre las montañas, a veces no somos mas que el espejismo que creímos encontrar entre las gotas de agua que caen en el lavabo. A veces, a veces decimos que somos cuando nos encontramos tan sedientos de esa fuerza que nos permite levantarnos día tras día. 
 Ya nunca seré, ya nunca pensaré que soy, cada día levanto la mirada y te veo en todas partes, en el suelo riendo tras bromas, fumando en la ventana escondidos en el aire, corriendo por las calles de Londres como si escapáramos el tiempo, del reloj que canta las horas como un bastardo ladrón. Ese reloj nos robo lo que más queríamos y mi corazón solo pudo seguir su canto, y ahora estamos aquí. 
 Aquí muertos, muertos entre silencios. Olvide que tenía corazón, olvide que sentía, olvide lo que quise olvidar, pensé que te tenía sin necesidad de amarte abiertamente, y te perdí. 
 Olvide que podía perderte hasta que te perdí. Quise compartir mi vida, mi penosa vida con el hombre que ya no existe. 
 Recuerdo haber declarado mi incondicional amor, una noche de ron y besos muertos; recuerdo haber gritado y susurrado al oído ´te amo aunque nunca te lo diré,te quiero aunque jamás lo reconoceré´. 
 Recuerdo, un dulce despertar, mi cabeza taladraba los efectos del ron y mi móvil gritaba palabras dulces mientras que yo no era. 
 Recuerdo que una vez fui tu princesa, pero también recuerdo palabras amargas que se clavan como los martillos clavan los clavos en la madera vieja. Y ahora sin poder mirar las letras que escribo, con la mirada perdida en la luz del espejo, en la little poppie girl
 Quiero no sentir lo que siento, quiero no ser lo que soy, quiero olvidar que no me miras, que no me hablas, que no me quieres, que no soy sin ti mas que el espejismo de la nada en el vano reflejo del agua. 
 El mar perdió su fuerza, las nubes lloraron lágrimas amargas que colorearon las calles que antes recorrimos, Valencia se convirtió en la embajadora de mi tristeza, sus rincones se perdieron entre las cadenas de mi corazón y tus palabras. 

 Hay palabras que se desvanecen con cada despertar y pensamientos que vuelan como las hojas al ritmo del viento en un día de otoño. A veces vienen a ti, a veces huyen de ti. Pero estas palabras no se marchitaran jamás. Esperando de nuevo la luz de la primavera.

 

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